martes, enero 17, 2006

MUJERES: EL DÍA DESPUÉS
No tendría que admirarnos, pero todavía es noticia importante que una mujer llegue a presidenta de un Estado soberano. Es el caso de de Michelle Bechelet en Chile y la toma de posesión de Ellen Johnson-Sirleaf en Liberia. A la Bechelet se le da más importancia porque es la primera mujer que llega a tan alta dignidad en Chile pero no tiene menos importancia que la Johnson sea la primera mujer presidente de un estado en África. Esta situación, más frecuente en Europa, tampoco se ha universalizado entre nosotros. No me suena de ninguna italiana, francesa, portuguesa, española que haya llegado por sus propios medios a tan alto puesto. El caso de las reinas es distinto. Angela Merkel, desde Alemania, parece que da lecciones de buena política y lanza otra vez la idea de Europa. Enhorabuena para todas. Pero paralelos a las alegrías por los éxitos vienen los pesares por los dolores. En un pueblo de Extremadura, una niña es apaleada por sus compañeros por gorda, una mujer en Andalucía recupera a sus hijos después de diez años, cuando ya ni la conocen, los niños de Tres Cantos tienen que manifestarse ente la alcaldesa porque están si calefacción desde que se reanudaron las clases después de las vacaciones.
Como una tercera línea, ésta agridulce, una niña nace en uno de los suntuosos atascos de la M-30 en Madrid. Suponemos que actuará de padrino la concejala de asuntos sociales o el mismísimo señor alcalde. Es un buen momento para felicitar a un servicio de calidad, las ambulancias del SAMUR.
Álvaro ya es Alba y recupera su tricornio. Le costó disgustos, pero mostró tesón. Médicos, psicólogos, quirófanos, hormonas, compañeros, clandestinidad y familia. No quiero ni pensar lo que tuvo que sufrir en su casa con un padre guardia civil y cuatro hermanos más del cuerpo y ella también con la misma vocación. La rechazaron porque no tenía “testes” – Y ahora la broma lingüística: seguro que ponen teste por no poner testículo que al fin y al cabo es un testigo pequeño- y la quisieron dar por inválida. Pero “mi dignidad no se compra” contestó Alba. Y siguió adelante. De nuevo es guardia civil pero ahora mujer. Enhorabuena al cuerpo y a la guardia.
La última historia de mujeres es más rocambolesca: una buena señora se va de fiesta el sábado por la noche. La soledad se palia con los encuentros y los encuentros cristalizan en besos y abrazos que culminan en el extraordinario goce de los sudores compartidos. La mañana del domingo, fría y nevosa, había dejado atrás el efusivo calor de la madrugada. Era momento de ajustar cuentas con el porvenir. Precavida, se acercó a un hospital universitario, y a otros ambulatorios de barrio. Pedía la píldora del día después. La mujer alegaba haber pasado de los cuarenta y no desear un embarazo. En todas partes le negaron el socorrido remedio. La explicaron que no disponían del medicamento, que ya no tenía edad para esas aventuras y que lo que tenía que hacer es volver a casa y dejar de “gamberrear por ahí como si fuera una quinceañera”. Pero además de los consejos morales, que ella no había pedido, le dieron mala información y cuando llegó al ambulatorio de una localidad periférica de Madrid donde no preguntaban las causas sino que paliaban los efectos, ya era tarde: los sanitarios habían concluido su jornada laboral. La sanidad de Madrid no está para dar alegrías al cuerpo, más bien para dar consejos al alma, aunque regida por un hombre y para conseguir esta alegría en la comunidad de Madrid – regida por una mujer- hay que ir a Leganés. De donde se deduce que ni todos los hombres ni todas las mujeres somos iguales, aunque todos podemos hacer las mismas cosas malas.
Con agrado: todas las felicidades para la juez de Valdemoro y su compañera, que en breve contraeran matrimonio.

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