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Diario de Alcalá
Yo me manifiesto
Hoy, ocho de noviembre, todas las radios – sin distinción de ondas- se han ocupado de una manifestación a celebrar en Barcelona. La convocan unos profesores hartos de que les tomen por el pito del sereno, con todos los respetos para la desaparecida profesión de sereno. El caso es que los muchachos en los colegios – valen privados, públicos y mediopensionistas- desprecian a los profesores porque no valen para nada. Y lo malo es que los muchachos tienen razón. ¿Cómo va a ser lo mismo un imbécil que se empeña en desasnar a una treintena de infantes, hijos de padres cuyo fin principal es trabajar sin IVA para defraudar a Hacienda y cuyo motivo del trabajo es "dar un pelotazo" y hacerse rico en un pispás contratando sin papeles? El imbécil del profesor sólo sabe matemáticas, historia, latín, griego, ingles, física, química, o cualquier otra disciplina incluida la ciudadanía que no se estila y no sirve para vender ladrillos. Donde esté un pocero que sepa firmar con la yema de los dedos y levantar rascacielos en la Lagunas de Ruidera que se quite un mequetrefe que perdió el tiempo en una facultad para terminar en un aula -¿haula?, aspírese la hache, por favor- con mala sonoridad llena de muchachotes prepotentes. Evidentemente el profesor es un fracasado. "¡Buaaaa, a ese infeliz le coge mi padre y le enseña un cheque y es que flipa tío!" "¡Y a mi que ni me mire, porque le suelto un par de hostias que se entera!". "Di que sí hijo, que a ti no te humilla nadie. ¿Pero quien es ese para decirte que leas en voz alta en clase cuando el sabe que tu nunca has leído ni en voz alta ni en voz baja, por que no sabes y ni falta que te hace. ¿Para qué hace falta leer?" anima el padre al vástago a quien ya le ha comprado una moto y le ha prometido que si sólo suspende seis de las ocho asignaturas del curso, le compra un deportivo. El zagalón ha entendido y ha decidido tomarse la justicia por su mano: "Le rompemos los cristales del coche al de mates y además, a la de lengua le rompemos las gafas, que como es una cegata nos vamos a reír…", cuanta a las chicas de su clan… "¡Eso – exclama una de ellas- y yo lo grabo con el móvil y lo colgamos en Internet". "Pues yo a quien tengo ganas es a la empollona – remarca otras de las admiradoras del matón- que siempre saca buenas notas y encima lee!" "¡No te mosquees! A esa la sacamos la navaja y le rompemos las piernas!- anima la del teléfono". Y así lo hacen y así sucede y los padres defienden a los hijos… Y esa es la escuela que tenemos. Los maestros pedimos más respetos, menos chulería y menos ladrillos…, por eso yo también me manifiesto hoy… y llamo a todos los chicos y chicas, padres y madres que quieran que sus hijos estudien a que se manifiesten con lo profesores y maestros. Es por el bien de todos, si no, esos mismos hijos se comerán y pegarán a sus padres…
Hoy, ocho de noviembre, todas las radios – sin distinción de ondas- se han ocupado de una manifestación a celebrar en Barcelona. La convocan unos profesores hartos de que les tomen por el pito del sereno, con todos los respetos para la desaparecida profesión de sereno. El caso es que los muchachos en los colegios – valen privados, públicos y mediopensionistas- desprecian a los profesores porque no valen para nada. Y lo malo es que los muchachos tienen razón. ¿Cómo va a ser lo mismo un imbécil que se empeña en desasnar a una treintena de infantes, hijos de padres cuyo fin principal es trabajar sin IVA para defraudar a Hacienda y cuyo motivo del trabajo es "dar un pelotazo" y hacerse rico en un pispás contratando sin papeles? El imbécil del profesor sólo sabe matemáticas, historia, latín, griego, ingles, física, química, o cualquier otra disciplina incluida la ciudadanía que no se estila y no sirve para vender ladrillos. Donde esté un pocero que sepa firmar con la yema de los dedos y levantar rascacielos en la Lagunas de Ruidera que se quite un mequetrefe que perdió el tiempo en una facultad para terminar en un aula -¿haula?, aspírese la hache, por favor- con mala sonoridad llena de muchachotes prepotentes. Evidentemente el profesor es un fracasado. "¡Buaaaa, a ese infeliz le coge mi padre y le enseña un cheque y es que flipa tío!" "¡Y a mi que ni me mire, porque le suelto un par de hostias que se entera!". "Di que sí hijo, que a ti no te humilla nadie. ¿Pero quien es ese para decirte que leas en voz alta en clase cuando el sabe que tu nunca has leído ni en voz alta ni en voz baja, por que no sabes y ni falta que te hace. ¿Para qué hace falta leer?" anima el padre al vástago a quien ya le ha comprado una moto y le ha prometido que si sólo suspende seis de las ocho asignaturas del curso, le compra un deportivo. El zagalón ha entendido y ha decidido tomarse la justicia por su mano: "Le rompemos los cristales del coche al de mates y además, a la de lengua le rompemos las gafas, que como es una cegata nos vamos a reír…", cuanta a las chicas de su clan… "¡Eso – exclama una de ellas- y yo lo grabo con el móvil y lo colgamos en Internet". "Pues yo a quien tengo ganas es a la empollona – remarca otras de las admiradoras del matón- que siempre saca buenas notas y encima lee!" "¡No te mosquees! A esa la sacamos la navaja y le rompemos las piernas!- anima la del teléfono". Y así lo hacen y así sucede y los padres defienden a los hijos… Y esa es la escuela que tenemos. Los maestros pedimos más respetos, menos chulería y menos ladrillos…, por eso yo también me manifiesto hoy… y llamo a todos los chicos y chicas, padres y madres que quieran que sus hijos estudien a que se manifiesten con lo profesores y maestros. Es por el bien de todos, si no, esos mismos hijos se comerán y pegarán a sus padres…
