lunes, marzo 26, 2007

A EUROPA EN SUS CINCUENTA AÑOS

PUBLICADO EN EL DIARIO DE ALCALÁ EL SÁBADO 24 DE MARZO DE 2007
El Topo
EUROPA

Europa, la hija del rey de Tiro y Sidón, africana, jugaba tranquilamente en la playa en compañía de otras ninfas tan civilizadas y tan libres como ella. Era joven y preciosa, curiosa y atrevida, tanto que Zeus se enamoró. Pero Europa, además de pizpireta se mostraba esquiva y juguetona con el dios de todos los dioses. Zeus, dios superior, podía transformarse a capricho. Un día mientras Europa jugaba sobre las delicadas arenas del Mediterráneo en la orilla libanesa, apareció un toro blanco. El animal impresionaba por su estampa, su fuerza, la tristeza de sus ojos, la suavidad de su pelo, los soberbios cuernos y por su mansedumbre. La ninfa se acercó a la hermosa res. El toro miró a la muchacha fijamente. Ella advirtió que la ternura triste de los ojos se cambiaba en un brillo que invitaba a la torería. Entre mirada y mirada, toque de piel y caricia en la frente, y algún que otro lametón, Europa se sube al lomo de Zeus. Con el leve peso sobre las espaldas, Zeus no cruza, sino vuela mar adentro: África a un lado, al otra Creta, y en frente- hoy todavía-, Estambul. Las relaciones entre el dios supremo del Olimpo y Europa fueron bonitas mientras duraron. Se establecieron nada menos que en Heraclion, el lugar donde han nacido todos los mitos imaginables. Zeus fue buen padre para los tres hijos que tuvo con Europa, Minos, Sarpedón, Radamantis, pero no un buen marido porque, en su condición de rijoso, otras muchas diosas y semidiosas ninfas y mortales esperaban su visita en tálamos soñados. Zeus vivió enamorado de Europa, por eso cuando decidió cambiar de sábanas, ejerció de “celestino” y propició el encuentro entre el rey de Creta y la ninfa convertida en madre. Había que dejarla colocada. Lógicamente, el rey, ya maduro, se enamoró de la sabrosa Europa, mujer airosa, experimentada, hija de reyes y viuda alegre del díos principal y madre de tres hijos. Europa sintió la partida de Zeus , pero no lloró, porque valía más ser esposa de rey que querida de dios. Zeus, velando por los hijos y por el bienestar de la ninfa, asegurando su futuro, le doto de dos extraordinarios regalos: el perro Talos El autómata, a quien sin comer ni beber ni dormir, ninguna pieza de caza se le escapaba, y una jabalina, arma infalible que nunca erraba el tiro. Cuando murió el rey de Creta, ascendió al trono Minos que montó el laberinto, tuvo como defensa al Minotauro y vivió de las cabras. Desde entonces, Europa inmortal, dividida y hastiada, vagó por la historia de todas las tierras que rodean el mar tenebroso.
Muchos siglos después, cuando otros dioses poblaban el Olimpo, unos héroes galos, germanos y etruscos, cansados de luchar entre ellos decidieron rejuvenecerla. Necesitaban seducir a Europa, no secuestrarla. En esta mutua seducción participaron igualmente celtas, iberos, lusitanos, griegos y, posteriormente otras mil lenguas y miles de ciudades. Europa, rejuvenecida, guapa, ambiciosa, cumple ahora los cincuenta primeros años de su segunda existencia y a mi me seduce cada día más.
Pedro M. Talaván

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